Del evangelio de san Mateo 5,45

Jesús les dijo:
“Vuestro Padre que está en el cielo, hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos”.

 

RESPUESTA A LA PALABRA

Señor, no es de extrañar que sea ésta la actitud
del Padre,
porque como tú, con tu vida,
no hace acepción de personas.

Su amor no excluye.
Él no niega a quienes le niegan,
ni abandona a quienes le abandonan.

El no sabe hacer otra cosa que respetar la libertad,
aún equivocada de sus hijos, y esperar.

El icono del Padre de la “Parábola del hijo pródigo”
nos acerca a su forma de ser.

 

De Diadoco de Foticé, obispo, “Sobre la perfección cristiana” (5)

La sensibilidad del espíritu consiste en un gusto acertado, que nos da el verdadero discernimiento. Del mismo modo que, por el sentido corporal del gusto, cuando disfrutamos de buena salud, apetecemos lo agradable, discerniendo sin error lo bueno de lo malo, así también nuestro espíritu, desde el momento en que comienza a gozar de plena salud y a prescindir de inútiles preocupaciones, se hace capaz de experimentar la abundancia de la consolación divina y de retener en su mente el recuerdo de su sabor, por obra de la caridad, para distinguir y quedarse con lo mejor, según lo que dice el Apóstol: Y ésta es mi oración: Que vuestro amor siga creciendo más y más en penetración y en sensibilidad para apreciar los valores.