Cae la tarde.
Lentamente se pone el sol.

Cuanta gente
no se da cuenta de ello.

Se pasa la vida corriendo
devorada por las prisas
en un continuo anhelo
de ser más
de tener más
hipotecando su libertad
más preciosa.

No saben que la vida no son ellos.
No advierten el duende interior
que les invita a descubrir
la belleza de su existencia
ajena a los intereses mundanos
por los que  luchan y se afanan.

Quieren vivirlo todo y
se desviven sin saberlo
dejándose en el camino
los días perdidos
como hojas caídas en el otoño.

Yo prefiero algo mejor.
Disfrutar de todo lo que se me da como gracia.
La oración medida de los monjes
La luna que flota
sobre la nubes blancas
en tiempo de otoño.
El canto del viento
al acariciar la copa de los pinos,
Los pájaros bañándose
en un charco del camino
después de la lluvia
y entrada la noche
el ulular del autillo.