Del evangelio de san Marcos 2, 13-14

En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del lago; la gente acudía a él, y les enseñaba. Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme.» Se levantó y lo siguió.

RESPUESTA A LA PALABRA

Es interesante ver en que circunstancias Jesús
llama a sus discípulos.
No lo hace después de que éstos hayan pasado
por un tiempo de oración prolongada,
buscando un sentido para sus vidas,
o después de un periodo largo de discernimiento,
ni aprovechando el estado producido por una conversión profunda.
Jesús llama desde la vida misma
a quienes se mueven en ella como personas
que trabajan ganándose la vida.

El que una persona tenga un proyecto de vida realizado
no cierra la llamada del Señor.
Él llama, independientemente de lo que uno piense
de sí y para sí.
Y llama pensando no sólo en la realización personal del llamado,
sino teniendo en cuenta la necesidad de los otros,
por lo que recibe una misión que le trasciende.

Una nota que subraya el Evangelio es el carácter
imperativo de la llamada vinculada a una misión y
la respuesta resolutiva de quien se siente interpelado.
Quizá para nosotros resulte extraño este lenguaje
e incluso excesivo,
sin embargo lo que expresa es la importancia en sí
de quien llama y el hecho de la misión que otorga.

¿Entenderemos hoy la deferencia del Señor
que llama a quien quiere y le entrega parte de su misión?