Del evangelio de san Lucas 12, 1-7

En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros. Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: -«Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía. Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digáis de noche se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano se pregonará desde la azotea. A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más. Os voy a decir a quién tenéis que temer: temed al que tiene poder para matar y después echar al infierno. A éste tenéis que temer, os lo digo yo. ¿No se venden cinco gorriones por dos cuartos? Pues ni de uno solo se olvida Dios. Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados. Por lo tanto, no tengáis miedo: no hay comparación entre vosotros y los gorriones.»

 

RESPUESTA A LA PALABRA

Hoy, si leemos el  texto de san Lucas
contemplando el panorama sociocultural que nos rodea,
el sentimiento de zozobra que brota en muchos de nosotros
está ligado a la advertencia de Jesús:

-“Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía”.

Leo en el diccionario:
“Hipocresía”: Doblez, falsedad, simulación,…
y me pregunto sobre a cuántas personas,
que ocupan puestos representativos
o se erigen en mentores de la llamada cultura moderna,
se les puede aplicar sin más.
Conocemos a  muchos a quienes no dejan de pronunciar
la palabra libertad de expresión y
en el momento en el que son criticados, montan el número.

Muchos defienden el ejercicio de la libertad en todos los aspectos,
sin ni siquiera pedir un mínimo de responsabilidad.
¿Quién no se encuentra con frecuencia con personas
que defienden derechos inexistentes,
a la vez que niegan derechos reales?.
Por ejemplo, se dice que la mujer tiene derecho a abortar,
y no se le reconoce la vida a la criatura que porta en su vientre.
Se defiende una cría o simplemente un huevo de  cigüeña
y se  condena a morir a miles de niños, aún no nacidos,
con el eufemismo de interrupción del embarazo.

Hoy se considera correcto lo que se dicta
desde el grupo de presión correspondiente,
al margen de si es o no verdad,
y esos mismos se rasgan las vestiduras en el momento
en el que alguien se sale del guión establecido.

Pero lo más fuerte es cuando el relativismo moral en el que vivimos
se eleva a categoría de absoluto,
cuando no se permite más verdad
que la que uno profesa interesadamente,
convirtiendo la tolerancia y el diálogo
en simple coartada para descalificar a quienes tienen
otra concepción de la vida.

Ahora bien, esta no es toda la realidad
ni está llamada a perpetuarse.
La doblez, la falsedad y la simulación tienen su tiempo.
Jesús lo dice con claridad:

 “Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse”.

 Por ello demos tiempo al tiempo y no caigamos
en la tentación de la desesperanza.
La lucha a la que estamos llamados es la lucha por la verdad y
nuestro valedor es el Señor.
La confianza en Él debe marcar nuestro estar y
nuestro hacer en medio del mundo.

No me resisto a traer hasta aquí la reflexión orante del salmo 10.

Al Señor me acojo, ¿por qué me decís:
“escapa como un pájaro al monte,
porque los malvados tensan el arco,
ajustan las saetas a la cuerda,
para disparar en la sombra contra los buenos?
Cuando fallan los cimientos,
¿qué podrá hacer el justo?”

Pero el Señor está en su templo santo,
el Señor tiene su trono en el cielo,
sus ojos están observando,
sus pupilas examinan a los hombres.

El Señor examina a inocentes y culpables,
y al que ama la violencia Él lo odia.
Hará llover sobre los malvados ascuas y azufre,
les tocará en suerte un viento huracanado.

Porque el Señor es justo y ama la justicia:
los buenos verán su rostro.