Estamos ya pisando los umbrales de la Navidad y la esperanza se convierte en alegría porque el final se percibe próximo y el comienzo de un tiempo nuevo se deja ver en los deseos de la “gente buena”.

Os invito a que leáis los textos sagrados de este domingo. No exagero si digo que destilan vida. Su invitación a la alegría es tal que se nos cuela en el corazón.

¿Cómo resistirse a ellos en tiempos de penumbra? Gracias a Dios por ofrecernos esta posibilidad de ver la realidad humana con sus ojos. “Alégrate y gózate de todo corazón”, nos invita el profeta Sofonías, porque “El Señor, tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva”. Más aún, Él es el Amor de todo amor que redime todo lo perdido y rescata a todos los secuestrados por el mal. ¿Hay algo que puedas oír más amable que esto, cuando lo más próximo a nosotros es la huída de todo compromiso que ate?.

La exhortación de san Pablo a estar alegres es conmovedora, cuando sabemos que escribe, desde la cárcel de Éfeso, a unos amigos que, preocupados por él, esperan sus noticias.

Quiere, Pablo, animar a la pequeña comunidad de Filipo y para ello les pide que no se preocupen por él, porque el hecho de estar en la cárcel es ocasión para anunciar a Jesús, su Señor.

Su palabra responde, también, a nuestra pregunta ¿Cómo salir al paso de las dificultades?. Él nos dice: El Señor, que está con nosotros, nos hace partícipes de su vida, avivando nuestra esperanza y abriéndonos a la alegría.

Una cosa más. La oración al padre dará su fruto, haciendo en el que ora un corazón inteligente y pacífico.

Profecía de Sofonías (3,14-18)

Regocíjate, hija de Sión, grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén.

El Señor ha cancelado tu condena, ha expulsado a tus enemigos. El Señor será el rey de Israel, en medio de ti, y ya no temerás. Aquel día dirán a Jerusalén: «No temas, Sión, no desfallezcan tus manos. El Señor, tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva. Él se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta.»

Estad alegres

Cuando canten las arenas del desierto
y los yermos susurren palabras de paz,
entonces se habrán cumplido los plazos
y los desterrados volverán a casa.

Todo se cubrirá de belleza
y la vida florecerá por donde quiera
que el hombre mire,
porque la gloria del Señor empapará
 todo lo que existe.
Si Dios viene, todo cambio es posible.

Si viene Dios, 
el temordesaparecerá del corazón del triste,
como la niebla mañanera deja de existir
con la presencia del sol,
Si viene Dios, no vendrá solo,
salud se llamará para los enfermos,
fuerza para los débiles,
plenitud para los pobres.

Si viene de Dios, todo se colmará de alegría.