La oferta para los sentidos no tiene límites. Las ventanas por la que se nos cuela la vida están saturadas.

Desde niños una estimulación sensorial desmedida promueve en nosotros una actividad que no corresponde muchas veces a nuestra edad real. El bombardeo al que se ven sometidos, jóvenes y adultos, no tiene parangón con otros tiempos.

Imágenes e imágenes, sonidos y más sonidos, una babel de propuestas que impiden pensar y discernir con cierta racionalidad.

La paradoja se da cuando descubrimos que muchas personas de tanto mirar no ven y por oír sin mesura no escuchan. Entonces una luz roja se enciende en nuestro interior denunciando la saturación sufrida y el vacío del alma producido por “tanta cosa” que no alimenta.

Una rebelión interna comienza a larvarse. El cambalache de “cosas por vida”no funciona y el corazón demanda la verdad que se le niega. El alma se nos escapa y vaga sin saber a donde asirse hasta que una Palabra de Vida, una Luz de verdad nos toca, produciendo en nosotros un cosquilleo en el alma presagio de un nuevo sentir que nos abre al conocimiento de ese otro nivel que llamamos “Gracia”.

 

Profecía de Isaías (29,17-24)

Así dice el Señor: «Pronto, muy pronto, el Líbano se convertirá en vergel, el vergel parecerá un bosque; aquel día, oirán los sordos las palabras del libro; sin tinieblas ni oscuridad verán los ojos de los ciegos. Los oprimidos volverán a alegrarse con el Señor, y los más pobres gozarán con el Santo de Israel; porque se acabó el opresor, terminó el cínico; y serán aniquilados los despiertos para el mal, los que van a coger a otro en el hablar y, con trampas, al que defiende en el tribunal, y por nada hunden al inocente.» Así dice a la casa de Jacob el Señor, que rescató a Abrahán: «Ya no se avergonzará Jacob, ya no se sonrojará su cara, pues, cuando vea mis acciones en medio de él, santificará mi nombre, santificará al Santo de Jacob y temerá al Dios de Israel. Los que habían perdido la cabeza comprenderán, y los que protestaban aprenderán la enseñanza.

 

Aquel día, el ojos interior se abrirá de nuevo

Dice el Señor a Isaías:
Se despertará en el hombre
su primera conciencia.
El ojo interior se abrirá de nuevo y
podrá oír la palabra primordial
que le engendró.

Aquel día oirán los sordos
las Palabras del Libro de la Vida y
sin tinieblas ni oscuridad
verán los ojos de los ciegos.

Los oprimidos volverán
a alegrarse con el Señor.

Los que habían perdido la cabeza
comprenderán, y
los que protestaban
aprenderán la enseñanza.