Del evangelio de san Lucas 11, 37-41

En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer a su casa. Él entró y se puso a la mesa. Como el fariseo se sorprendió al ver que no se lavaba las manos antes de comer, el Señor le dijo: -«Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro rebosáis de robos y maldades. ¡Necios! El que hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro? Dad limosna de lo de dentro, y lo tendréis limpio todo.»

 

RESPUESTA A LA PALABRA

Frente a la transparencia de Jesús
nos encontramos con la doblez de los fariseos.
Invitado por uno de ellos a entrar en su casa y a compartir su mesa,
Jesús no juzga la intención de quienes se han sentado con él,
no tiene miedo a que le tomen como a uno más.
Sin embargo sí es juzgado por ellos porque no ha cumplido
con la legalidad del rito de lavarse las manos antes de comer.

Jesús aprovecha para recordarles que más importante
que la purificación de las manos es la del corazón.
En el corazón anidan los sentimientos y deseos
que hacen al hombre puro o impuro.
De ahí que debamos cuidarlo y limpiar en él todo
lo que haga mal a su dueño.

El discernimiento que debemos hacer sobre nosotros mismos
no debe recaer sobre cosas externas,
sino que debe llevarnos a limpiar el corazón,
para que el Señor ilumine toda nuestra vida desde él.

Jesús ha dicho:

“Vosotros sois la luz del mundo”.

Sí, nosotros somos la luz del mundo y así debemos aparecer.
Dice san Pablo cuando escribe a los Corintios:

“Pues el mismo Dios que dijo: ‘Del seno de las tinieblas brille la luz’, la ha hecho brillar en nuestros corazones” (2Cor 4,6).

Las Misioneras de la Caridad, hijas de la madre Teresa de Calcuta, oran todos los días:

“Señor Jesucristo,
llena nuestro corazón con tu Espíritu y tu vida.
Penetra y posee todo nuestro ser tan por entero
que nuestra vida sea puro reflejo de la tuya.
Brilla a través de nosotras
y permanece en nosotras de tal manera
que toda persona con la que nos encontramos
pueda sentir tu presencia en nuestro corazón.
Quédate con nosotras,
y podremos empezar a brilla como tú brillas;
la luz vendrá toda de ti”