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Del Evangelio de San Mateo (9,14)

Le preguntaron a Jesús:
¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan

RESPUESTA A LA PALABRA

“No es hacer por hacer”

No es hacer por hacer o
cumplir porque así es la costumbre
lo que tú, Señor, esperas de nosotros.

Tú nos has enseñado que al “por qué”
hay que sumarle el “para qué”.
La vida tiene una finalidad
y nuestras acciones también.
¿Por qué debemos ayunar?,
¿Para que nuestro ayuno?.

Más allá de mi ayuno, Señor,
están aquellos con los que lo hago,
están aquellos por los que lo hago.

SOBRE EL AYUNO

La renuncia a las sensaciones, a los estímulos, a los placeres y también a la comida y bebida, no es un fin en sí misma. Debe ser, por así decirlo, allanar el camino para contenidos más profundos de los que «se alimenta» el hombre interior. Tal renuncia, tal mortificación, debe servir para crear en el hombre las condiciones en orden a vivir los valores superiores de los que está «hambriento» a su modo.
Resulta claro que el ayuno hoy no es sólo él «residuo» de una práctica religiosa de los siglos pasados, sino que es también indispensable al hombre de hoy, a los cristianos de nuestro tiempo.  (Juan Pablo II)