Para quienes gustan de ir por delante de los demás, incluso por delante de Dios, conviene que lean las parábolas de Jesús que hablan del amor de Dios con los que han equivocado su camino. No espera el Señor la vuelta de quien se ha perdido; Él sale en su busca y cuando lo encuentra regresa con él a casa y lo celebra con quienes allí esperan el regreso.

En todo momento es el Señor quien toma la iniciativa y pone en juego su libertad; su actitud positiva no responde a mérito alguno por parte del hombre.

Si alguna vez tenemos la tentación de pensar si Dios se olvida de nosotros o nos deja positivamente en nuestra debilidad, debemos correr a leer en las Escrituras Santas cual es su proyecto de amor para con nosotros.

Aunque el hombre sea un inconsciente y su palabra mentirosa, la palabra del Señor no se muda y su decisión es irreversible. El amor loco de Dios no es comparable al amor calculado de nosotros. ¿Quién es capaz de arriesgar el noventa y nueve por ciento de sus amigos por recuperar la amistad de uno que le ha abandonado?. Pues, si así lo hiciera, todavía es nada comparado con el amor desmedido de Dios.

Os invito a que hagáis un esfuerzo y os contempléis amados por el Señor a pesar de que no le hayáis sido fieles. Pensar en este momento, no en vuestra fidelidad y en vuestro bien hacer, sino en su fidelidad y en su pasión por vosotros.

No puedo olvidar que para Él, cada uno de nosotros tiene un nombre único y por ello su modo de contemplarnos es especial. ¿No será esta la razón por la que todo tiene solución mientras vivimos?

Si alguna vez nos perdemos y no sabemos como volver, dejémonos encontrar; Él nos levantará y como a la oveja de la parábola, nos llevará sobre sí hasta donde los demás nos esperan.

 

Profecía de Isaías

 “Consolad, consolad a mi pueblo -dice vuestro Dios-; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle, que se ha cumplido su servicio, y está pagado su crimen, pues de la mano del Señor ha recibido doble paga por sus pecados.»

Una voz grita: «En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale. Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos los hombres juntos -ha hablado la boca del Señor- “

 

 Los verán los hombres justos

 Vidente de la esperanza,
consolador que vive y anuncia al que viene,
palabra indefectible de Dios
que habla palabras de su boca
y acompaña a su pueblo en el destierro.

Palabras nacidas en el corazón
que llegan al corazón
sanando heridas y pagando crímenes.

Vocero de Dios
que grita en el silencio de la soledad
nuevos caminos,
donde la gloria de Dios apunta
el horizonte anhelado
y anima el camino hasta llegar él.

Grita a lo ancho y a lo alto del camino:
Así como todo pasa,
tú, mi amor y mi heredad,
permanecerás siempre,
porque mi palabra te ha constituido
en imagen de Aquel a quien amé primero.