Antes de que Isaías proclame la fidelidad de Dios y anuncie el nacimiento del Salvador, se ha visto obligado a decir al rey: “Si no creéis, no subsistiréis”. Si no confiáis ¿cómo sabréis que el Señor ha cumplido su palabra?

La fe cristiana no es un saber que Dios existe, sino un confiar en Él. Dios ha querido que Israel sea su Pueblo, ha hecho con él una Alianza con la que abre el camino para que todo hombre llegue al conocimiento de la Verdad y se salve; para que llegue a conocer que Dios no es extraño al hombre, sino que, por el amor que le tiene, ha tomado nuestra condición humana, para que el hombre pueda asumir, graciosamente, su condición divina.

El profeta Isaías propone a Acaz, rey de Judá, ante el miedo al futuro que le espera, si las cosas no cambian, que confíe en el Señor y, si no, que pida una prueba, porque el Señor, que es fiel, le abrirá el horizonte y despejará sus miedos.

También está dispuesto a decirnos a nosotros, que atravesamos tiempos de confusión, en los que no pocos se han instalado en la duda y sufren situaciones de desánimo y abandono, su palabra de Vida, si tenemos la humildad y el valor de pedirla.

La prueba de su amor es Jesús-Niño. Dios envuelto en nuestra carne, que se pone en nuestras manos sin pedirnos nada a cambio. María, la llena de gracia, ha creído, ha confiado y ha concebido a “Dios-con-nosotros”; ha dado a luz a Jesús, “Dios-salvador”

 Profecía de Isaías (7,10-14)

 En aquellos días, el Señor habló a Acaz: «Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.»

 Respondió Acaz: «No la pido, no quiero tentar al Señor.»

 Entonces dijo Dios: «Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”.»


La prueba de su amor es Jesús

Aunque no queráis pedir,
todavía se os dará más.

No tengáis miedo si se prolonga la espera,
porque la señal es inminente;
rompe todo lo previsto,
todo cálculo nacido de la necesidad
será nada.

No os enviará su ayuda,
Él mismo vendrá a vosotros y cambiará
el dinamismo de vuestro estrecho corazón.

 No pidáis signos porque la señal ya la tenéis.
El embarazo en el que estáis,
fruto de vuestro corazón prostituído con engaños,
queda saldado con la preñez de la Virgen,
que parirá a Dios-con-nosotros.

Mirad cobardes,
hombres de corazón retenido,
ved a la Virgen que espera,
en su maternidad regalada,
darnos al Hijo de Dios”