Del evangelio de san Lucas 10, 21

Jesús, en aquel momento, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó: -“Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien”.

 

RESPUESTA A LA PALABRA

¿Cuántas veces en la soledad de la noche
y a solas con el Padre,
el corazón de Jesús se recrecía
en plena acción de gracias?

Padre y gracias son dos palabras que corren parejas
en la vida de Jesús,
porque el Padre es el hontanar de toda vida,
el punto donde se genera todo amor.

Fuera del Padre no queda sino orfandad,
noche oscura,
vaciedad de sentido.

La alegría de Jesús, nace de ver
cómo la paternidad es acogida
por los que se saben niños de Alguien
que les ama por ellos mismos.

Es el amor recibido en la pobreza,
en la sencillez,
en la verdad del corazón,
en la belleza sin artificio,
lo que lleva al hombre a saberse hijo de Dios,
y con el Hijo, llamarle confiadamente “Abba”, Padre.

La paz del niño que se sabe arropado
por el amor del padre y de la madre,
es la paz del corazón del hijo de Dios
que canta lleno de alegría su acción de gracias
a Quien le contempla como hijo del amor.