Del evangelio de san Lucas 6,18-19

Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritu inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos”

 

RESPUESTA A LA PALABRA

Jesús no es un curandero, un hombre que cure.
Jesús es la salud, nuestra salud.
Quien se acerca a él y oye su palabra
encuentra cómo su corazón se reconcilia
y sanan sus heridas
de todos los demonios personales que en él habitan.

Porque los espíritus inmundos que nos poseen
suelen ser nuestras tendencias negativas,
que luchan hasta imponerse
y que terminan haciendo de nosotros personas divididas.

Un hombre roto interiormente,
dividido por sus pasiones,
ya sea el dinero, el poder, la soberbia,
la sexualidad mal orientada
y todo el cortejo que acompaña al egoísmo,
es un hombre malogrado.

Su corazón sanará, no porque perciba su ruptura
y desee superarla poniendo en marcha su voluntad
y ayudándose de “terapias apropiadas”,
sino porque la presencia del Señor
ilumine su conciencia,
y su fuerza sane sus heridas
y expulse sus demonios familiares.

Señor, nosotros creemos que tu presencia
hace retroceder el mal
y abre paso a la unidad de vida.
Mira nuestra vida amenazada,
danos el deseo de buscarte,
que tu fuerza salvadora nos levante
y nos haga caminar en la integridad de nuestro ser.