Del evangelio de san Marcos 5, 21-43

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: -«Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva. »

 

RESPUESTA A LA PALABRA

Nos dice san Marcos que Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla. Y la verdad es que contemplando el evangelio descubrimos el ir y venir sosegado de Jesús, un moverse no compulsivo, pero siempre en dirección a algo y sobre todo, hacia a alguien que le espera.

Unas veces se dirige al Padre, en Él y con Él contempla su designio salvador. Otras veces a los hombres, donde ese designio encuentra su realización. Jesús no habla y obra como dos realidades diferentes. Su palabra es creadora, eficaz, resolutiva, por eso no se le busca porque hable muy bien y de cosas maravillosas, sino por lo que su palabra realiza  e introduce en una  nueva forma de vida.

Jairo, un hombre conocedor de los Profetas y de la Ley de Moisés, un hombre con la responsabilidad de enseñar y sostener al pueblo en el camino salvador y que se encuentra con una situación que escapa a su dominio, sabe que la única solución pasa por encomendar el problema a Dios. ¿Y a quién si no, suplica Jairo?

Conviene detenerse en la escena para ver a Jairo de rodillas, suplicando, como cuando caemos delante de Dios y le abrimos nuestro corazón cargado de fardos pesados imposibles de llevar uno mismo. Rogando con insistencia: Oh, Señor, haz tuyo el problema que yo no soy capaz de hacer nada. Mi hija está en las últimas.

Jairo es un hombre de fe que distingue entre el saber sobre Dios y Dios mismo. Dios presente y actuante, ocupado siempre en nuestras cosas, deseoso de dejarse notar en nuestra vida.

¿Cuántos “Jairos” nos encontramos en nuestro camino, que son como aldabonazos en nuestra fe acomodada al saber, distante de la experiencia cercana y amable de Dios?