Del profeta Isaías 61,1-2a.10-11

El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad, para proclamar el año de gracia del Señor. Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas. Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos.

RESPUESTA A LA PALABRA

La liturgia de hoy trata de devolvernos la alegría por medio de la esperanza.
Canta Isaías:

“Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios

Pablo insiste en decir que

“Dios quiere que estemos alegres y trabajemos por el bien porque el Señor cumple sus promesas “y

Juan responde a quien le preguntan:

“En medio de nosotros está quien dará cumplimiento a las promesas”

Podemos decir que los tres son comunicadores de la alegría
a pesar de las realidades sombrías en las que viven.

No estaría mal que nos preguntáramos:

    • ¿Quiénes son los comunicadores del momento actual?

    • ¿Desde que espíritu comunican y que espíritu comunican?

Se habla estos días del espíritu de la Navidad
y sin embargo se comunica el espíritu del mundo.
La Navidad, el nacimiento de Dios
ha sido sustituido por la Fiesta (con flecos de solidaridad)

Es fácil ver como desde los medios de comunicación
se nos pretende catequizar a base de no decir nada serio
y la mayor parte de las veces incoherencias.

Pablo nos pide que no seamos incautos, y nos recomienda:

“Examinadlo todo, quedaos con lo bueno”
“Que el Espíritu no se apague en vosotros”.

Es decir: Que el espíritu de la Verdad sea el que os mueva.
El Espíritu del Señor es fuego que debe encender y alegrar nuestra vida.
El Espíritu que unge al Mesías,
colma el corazón de la Virgen,
hace ver a Juan el Bautista y
levanta testigos y profetas a lo largo de todos los tiempos.

Isaías tiene conciencia de que el Espíritu benéfico y liberador
se conocerá por sus frutos,
por la actuación de aquel que lo posea.

Jesús entonces y después su Iglesia.

* Anunciará la buena noticia a todos, pero sobre todo a los pobres.
* curará los corazones desgarrados por tanto sufrimiento.
* proclamará la libertad  a los encadenados  por la mentira
* Invitará a acoger el año de gracia que comienza.

Un año en que todo será misericordia,
perdón, reconciliación, benevolencia, por parte del Señor.

Jesús, el Ungido ha venido a anunciar solemnemente
que no hay castigos por parte de Dios,
que el ha venido, no ha condenar sino a salvar.

 La prueba de que el Señor está con nosotros,
que su Espíritu nos sigue asistiendo son sus frutos.

    • Uno de ellos es la alegría del corazón.

    • Otro la necesidad de testificar al Dios del amor

como lo hacen Jesús, Juan, María
y todos aquellos que se han experimentado salvados de verdad.

Hoy, nos corresponde a nosotros ser portadores
de la novedad auténtica del Evangelio,
en medio de una opinión desorientada.