Tengo la sensación
cuando leo a algunos autores,
que aquello que dicen,
está ya en mi corazón.
Encuentro palabras,
que ya son mías
desde mucho antes.
Hay una sintonía,
muy especial en las ideas,
e, incluso,
en los paisajes
de sus almas y
de los lugares
desde donde escriben.
Cuando me adentro,
en sus lecturas,
emerge en mí,
ese que soy y
que no se manifiesta
en mi hacer.
El sentimiento de complacencia,
que nace, mientras leo,
me lleva a cerrar el libro y a volar
hasta el autor,
y a los lugares
desde donde escribe,
o describe, en su decir.
Un microcosmos de armonía,
se establece:
Transito por un vado orden y equilibrio.
Nada me falta, ni me sobra.
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