Del evangelio de san Lucas 12,54-59

En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: “Cuando veis subir una nube por el poniente, decís en seguida: “Chaparrón tenemos”, y así sucede. Cuando sopla el sur decís: “Va a hacer bochorno”, y lo hace. Hipócritas: si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer?

Cuando te diriges al tribunal con el que te pone pleito, haz lo posible por llegar a un acuerdo con él, mientras vais de camino; no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues el último céntimo.”

 

RESPUESTA A LA PALABRA

Jesús camino de Jerusalén, en compañía de sus discípulos,
para consumar su vida y su misión,
nos sitúa en las postrimerías del hombre y del mundo.

El camino de Jesús, también es nuestro camino,
llamado a ser consumado en la entrega
de la propia vida, desde el amor.
Mientras caminamos en el tiempo,
la invitación a poner en orden nuestra vida
en relación con Dios y con los hermanos,
es una constante llamada.

Interpretar juiciosamente los signos de los tiempos y
actuar consecuentemente, es una responsabilidad ineludible
para todos nosotros.
Humanamente, nada acontece por casualidad.
La realidad concreta es fruto de la interacción de diversos factores,
muchos de los cuales tienen sus raíces en la libertad de la persona.

Los cristianos creemos que la vida presente
no es sino el prolegómeno de la “Vida Total” para la que nacimos.
Por ello, la importancia que tiene nuestro pensar y
nuestro hacer en la vida cotidiana.

La eternidad que se nos da gratuitamente,
debe ser a la vez conquistada por una voluntad libre,
que acepta el “Hoy de Dios” como propio,
trabaja en él y espera la plenitud del don recibido.

Para quienes viven ajenos al tiempo,
evadidos de la realidad cotidiana e
instalados, en no se sabe qué mundos,
habría que recordarles que no tienen, hoy por hoy,
otro tiempo que el que les concede vivir en este momento.
El pasado ya pertenece a la misericordia de Dios,
el futuro es propio de su providencia.
El presente, el “hoy nuestro de cada día”,
vivido en el “hoy de Dios”, es el lugar
donde únicamente puede germinar y madurar la vida eterna.

El orante del salmo 84 confesaba:

¡Dichosos los que encuentran su fuerza en ti,
al emprender la peregrinación!
Al pasar por el valle árido,
lo convierten en un oasis;
caen las primeras lluvias,
y lo cubren de bendiciones;
ellos avanzan con vigor siempre creciente
hasta contemplar a Dios en Sión.