INMACULADA

Hoy nos llega de los cuatro vientos
el hálito de luz
transida en la carne de la Virgen Madre.

Amanecer del día sin ocaso
esperado desde el primer momento
en el que los hombres se escondieran
después de renunciar a vivir acompasados
por el Amor-Primero
y huyeran de la Fuente de la Vida.

Mañana de luz  que deja ver al Invisible
en la carne sin mácula de la doncella niña.

Se estremece el tiempo
al contemplar
como el soplo de Dios
sobre el barro quebrado
le infunde la eternidad más bella
dejando al descubierto
el ser en la que fue creada.

Inmaculada sin macha toda abierta.
Toda corazón esperante.
Huerto regado
jardín dispuesto para acoger
al Amor de todo amor
deseoso de entregarse como ella.

Mujer amada
en la que la mirada de Dios florece en luz.

De tus ojos se derrama la gracia
y de perfume de cielo se impregna tu carne.

Inmaculada inocencia
niña del género humano
única en la que Dios puede mirarse
sin sentir el escalofrío de la distancia
ni el desasosiego de una posible negación.

No eres un ideal arquetipo humano.
Centro eres
encrucijada real
lugar de encuentro de Dios con nosotros.
Único sí capaz de engendrar al Eterno
y darle vida al Viviente.

Bendita tú
carne de nuestra carne y carne de Dios.

Desde los cuatro horizontes
como un perfume de belleza
te acercas a cada uno
para susurrarnos nuestra infancia perdida
y ofrecernos el camino de tu humanidad divinizada
por la acogida del Hálito de Quien te hizo y nos hace.