Del profeta Zacarías 2,14-17
Festeja y aclama, joven Sión, que yo vengo a habitar en ti -oráculo del Señor-.
Aquel día se incorporarán al Señor muchos pueblos y serán pueblo mío; habitaré en medio de ti, y sabrás que el Señor de los ejércitos me ha enviado a ti.
El Señor tomará a Judá como lote suyo en la tierra santa y volverá a escoger a Jerusalén.
¡Silencio todos ante el Señor, que se levanta en su santa morada!
 
RESPUESTA A LA PALABRA
Final de la noche.
Silencio de asombro.
El Señor abre su eterna morada y
sale al encuentro del hombre
que peregrina en la tierra,
harta de cosas y escasa de vida.
Susurra el hombre de Dios, en medio del ruido:
Silencio, pide al que aún conserva
la capacidad para oír.
El silencio es la casa donde la palabra habita,
lugar donde poder escuchar al que vino y viene,
al que está y llega,
con la misma proposición de siempre:
Dejaos amar.
Yo he venido y vengo para habitar entre vosotros,
para morar en vosotros.
Recordad lo que dijo el sabio,
en momentos de desolación,
y ahora, crecidamente, se cumple:
“Un profundo silencio lo envolvía todo, y en el preciso momento de la media noche, tu palabra omnipotente, de los cielos, de tu trono real… se lanzó en medio de la tierra…” (Sabiduría 18,14-15).
Y Juan, a su vez, prologa su evangelio diciendo:
“Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad” (1,14).
Gracias, Zacarías, por invitarnos a festejar
el acontecimiento que inicia los tiempos nuevos,
en los que Dios y el hombre caminen
por la misma senda,
habiten el mismo pueblo, compartan la misma vida.
Porque no serán sólo algunos los privilegiados
con tamaño don.
Seremos todos.
A todos vino, viene y se acerca.
Así dice el Señor:
Aquel día, hoy y mañana, muchos pueblos,
todo los pueblos, serán “Pueblo mío”.
Habitaré en medio de ellos
porque para ello he sido enviado.
Silencio, escuchad más todavía:
El Señor os tomará, igual que hizo con Judá,
como lote suyo,
y Él será definitivamente vuestra heredad.