Del libro del Deuteronomio 4,1.5-9
Moisés habló al pueblo, diciendo: “Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os mando cumplir. Así viviréis y entraréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar. Mirad, yo os enseño los mandatos y decretos que me mandó el Señor, mi Dios, para que los cumpláis en la tierra donde vais a entrar para tomar posesión de ella. Ponedlos por obra, que ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos que, cuando tengan noticia de todos ellos, dirán: “Cierto que esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente.”
Y, en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está el Señor Dios de nosotros, siempre que lo invocamos? Y, ¿cuál es la gran nación, cuyos mandatos y decretos sean tan justos como toda esta ley que hoy os doy? Pero, cuidado, guárdate muy bien de olvidar los sucesos que vieron tus ojos, que no se aparten de tu memoria mientras vivas; cuéntaselos a tus hijos y nietos.”

 

RESPUESTA A LA PALABRA
Es malo olvidar. El olvido es la antesala de la muerte.
El árbol que vemos lo sustentan las raíces que no vemos,
pero que le acompañan y le nutren desde el día
en el que  asoma de la tierra.
Israel no debe olvidar si no quiere perder su identidad.
Israel es fruto de un encuentro,
obra de un amor que le antecede y se le entrega.
Un amor que no es pasado.
Amor que le construye día a día y le presenta ante los demás
como paradigma de lo que debe ser la humanidad.
Si Israel olvida su origen pierde el horizonte al que está destinado.
Moisés propone a Israel  el modo de vivir que corresponde a su origen,
a su ser de Dios.
Los mandamientos no son sino el andamiaje
desde el que construir su vida con Dios.
Por ello, cuando se olvide del principio y fundamento
de su existencia, el amor gratuito de Dios,
aunque se mantenga  fiel a la letra de los mandamientos,
su vida perderá el sentido primordial que le asistía.
A Israel, como a cualquiera, no le sobrará nunca la Ley
con la que estructure su vida,
pero de nada le servirá si se olvida de su “Amor primero”.
Moisés le pide encarecidamente que no olvide
la realidad vivida desde la gracia.
Que tenga siempre presente el “actuar de Dios”,
que no se muda, que es fiel,
que seguirá actuando en su favor, aún en tiempos de oscuridad.
Es en el amor vivido donde Israel encontrará
el camino en tiempos de abandono.
Si él no ha sido fiel, no por ello el Señor ha dejado de serlo.
Aquí está el secreto.
Apoyarse en la fidelidad de Dios, volver al amor primero,
recomenzar lo que nunca se rompió del todo.
¿Es mucho decir que la relación con el Señor nunca se acaba?
¿No termina si el hombre le niega y le da la espalda?.
Las Escrituras Santas nos abren un horizonte sin límites.
Yo puedo negar a Dios por la razón que sea.
Dios nunca me negará porque no puede.