Del evangelio de san Lucas 5, 33- 39

 

En aquel tiempo, dijeron a Jesús los fariseos y los escribas: “ Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber”. Jesús les contestó: “

¿ Queréis que ayunen los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven, y entonces ayunarán”. Y añadió esta parábola: “ Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque se estropea el nuevo, y la pieza no le pega al viejo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino nuevo revienta los odres, se derrama, y los odres se estropean. A vino nuevo, odres nuevos. Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: Está bueno el añejo” .

RESPUESTA A LA PALABRA

Le estoy dando vueltas a la parábola de Jesús y quiero entender,
que con ella pretende ponernos en guardia del peligro que corremos
de perder la frescura y la verdad del Evangelio,
por querer amoldarlo a situaciones religiosas,
sociales e ideológicas, ya superadas, que rebrotan continuamente.

Es evidente que ciertas prácticas cristianas
no son exclusivas de los cristianos
y que son compartidas por multitud de personas
que tienen otras creencias o procedencia ideológica,
por ejemplo la oración, el ayuno y la limosna,
pero no podemos perder de vista las motivaciones,
el por qué y el cómo de las mismas.
No debemos olvidar la novedad que introduce el Evangelio
en nuestra forma de vida, debido a la verdad que encierra.

El cristiano, no sólo hace oración porque es propio
de toda persona religiosa,
sino que sabe que su oración está movida por el Espíritu Santo
y que de la mano de Cristo, es introducido en la misma intimidad de Dios.
No ayuna por ayunar o cumplir una norma establecida.
Su ayuno tiene una finalidad en la que están presentes los demás.
Lo mismo que cuando da limosna, va más allá del mero deseo
de compartir con quienes injustamente carecen de lo más mínimo
y son un reproche para su conciencia.
El por qué de la limosna está en el amor y por ello,
no se acaba con dar de lo que a uno le sobra
y después olvidarse de la persona.
Dice san Pablo:

“Ya podría dar todo lo que tengo y repartir todos mis bienes… si no tengo amor de nada me sirve”.

En la base de toda vida cristiana que se precie de serlo,
no nos encontramos primeramente un sistema de valores
o unas creencias religiosas.
Nos encontramos con Dios Uno y Trino, con Dios-Amor,
que ha salido a nuestro encuentro,
para arrancarnos de nuestra finitud y devolvernos el ser
de la primera humanidad, herida de muerte por el pecado.

Volviendo a la parábola,  leo que Jesús
no habla sólo de un “trozo de tela”
que se utiliza para remendar algo viejo,
sino de un “traje nuevo”, que se estropea pretendiendo
arreglar algo que ya no tiene valor.

Así procedemos a veces los cristianos.
Destruimos la vida recibida de Dios,
tratando de arreglar ciertas situaciones ya viejas
y que no tienen arreglo.