Hay realidades que nos llega
que no tenemos en cuenta:
Un suave perfume,
el silencio frente a la algarabía,
los ojos cariñosos de un perro,
la respiración que aúna
mente y naturaleza.
Porque no somos conscientes
de la velocidad,
con la que pasa el tiempo,
no aprovechamos
cuanto se nos da, gratuitamente.
El “Maligno” nos vela
el mundo de la belleza y
nos presenta la realidad
castrada de la verdad.
La presencia del “mal”,
en nuestra vida,
es como el de las malas hierbas
que crecer en el jardín
sin orden, y devoran
a las plantas jóvenes,
sin darles oportunidad
para que se desarrollen.
Deberíamos mirar
más a la naturaleza,
que en silencio propicia
que la vida se multiplique
a pesar de que se encuentre
La naturaleza habla un lenguaje fuerte,
frente al de las personas:
provisional e impreciso.
El lenguaje de las piedras
está hecho de silencios sabios.
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