Desde el lugar donde me encuentro, 
contemplo el cielo surcado por nubes
blanqueadas  por la luz de la luna.

Las estrellas las percibo, tan próximas entre sí,
que parece que pudieran chocar.

Estoy completamente solo,
incluso el sueño me ha abandonado.

En el silencio, escucho el batir
de la persiana
a oscuras me levanto para cerrar
a ventana.

Cuando llueve en domingo y estás solo,
el tiempo se alarga,
y a tu corazón se asoman los rostros
de quienes amas,
mientras tú te sientes abandonado
y no comprendes cómo vivir
sin su compañía.

Entonces, en tu corazón escuchas:
No eres más que tú,
¡no esperes ni hablar contigo mismo!

Me faltan las palabras para expresar lo que siento.

En silencio me sumerjo en el habitad en el que vivo
y callo, como el árbol y la piedra.

Percibo el transcurrir de todo como la garza y los olmos
como parte de la naturaleza que somos.