Comienzo un nuevo día.
Tiempo para caminar hasta la noche,
todo lo que salga a mi encuentro,
aunque parezca lo de siempre,
será nuevo.
No deja de ser un arte
encajar todas sus pieza con armonía.

Me siento como un niño
a quien se le señala
todo lo que tiene que hacer
y se le aprueba o no
como lo ha gestionado.
En realidad,
lo que piensen de mí los demás
no lo considero importante.
Además, mañana se habrá olvidado.

Si tengo claro,
que lo que tengo y soy,
me ha sido dado.
No soy tan insensato
como para pensar
que es algo merecido,
que soy digno de ello.
Considero que todo
y siempre es gracia.

No hay instante,
en el que no sea alguien,
fruto de la bondad y el hacer
de los demás y de las cosas.

No sería el mismo
si hubiese nacido en otro lugar
y en otro tiempo.

Una pregunta
se mueve en mis adentros:
Si es así:
¿Por qué me dejo me dejo llevar
por sombras o tristezas?