Partícipe en un mundo llamado a pasar,
nacido de las manos del Buen Dios,
padre de todo,
me considero único, frente a toda la realidad
en la que vivo.
Una brizna de yerba, puedo compararla
con una fulgurante estrella,
Afirmar, sin reparo,
que una hormiga no es menos real
que la vaca que pasta en el prado,
que el canto del tordo
cuando llama a su compañera;
y que la imagen de una vaca, pastando,
despierta más admiración
que la mejor obra de un escultor famoso.
La luna, mira hacia abajo,
y nos baña con su blanca luz.
En silencio, chorrea dulcemente
torrentes de paz;
el halo, misterioso, que la envuelve,
despierta en el ruiseñor,
el deseo de cantar a su compañera.
Yo le escucho atentamente,
y mi sentir se colma de belleza.
Esta noche, serena mi alma,
contemplaré el enjambre de estrellas,
besándome en silencio.
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