Hoy ha sido un día de encuentros,

y en todos ellos, me han recordado

mi estancia en Ciudad Real.

 

Es hermoso ver el cariño que me tienen

a pesar del tiempo que ha pasado.

 

No es proporcionado al desapego y olvido,

con el que vivo hoy día,

mi estancia en la Parroquia,

en la que serví con toda el alma

a cuantos se acercaban a ella.

 

Fue uno de los muchos dones

con los que Dios me ha bendecido.

 

Saber que te echan de menos es gratificante,

más aún cuando son personas

a las que no te vinculó el sentimiento.

 

La bonomía con la que viví aquellos años

ha quedado flotando en el ambiente.

 

Basta con pasear por la ciudad

para darme cuenta.

 

Bendito sea Dios por la vida regalada

que me ha otorgado.

 

Hoy hay música en mi corazón