El viento del oeste, anuncia lluvia.
Vuelan, las nuevas golondrinas.
Las avocetas
han empezado
a llegar a las Tablas.
Maduras están ya mieses.
Las higueras
muestran sus frutos
de piel tersa y brillante.
Alegran, la huerta,
las flores de las adelfas
Todo manifiesta su esplendor.
La naturaleza tiene su hacer propio.
Sigue siendo la misma,
aunque el hombre la ignore o
proyecte sobre ella sus neurosis,
su afán de dominio,
el afán de sus prisas.
Pequeñas luces canta
el misterio primigenio
de la realidad creada;
soterrado,
por la gruesa corteza
de la ignorancia,
de una sociedad
artificiosa e inculta.
Acompañadas
por una música de silencio
despiertan mi corazón
Su decir es como luz
que abre y se adentra
en mi consciencia,
y me recuerda:
que es inseparable
el color del pétalo y
su pigmento,
que el mero,
recuerdo del fuego,
no calienta;
que el símbolo
químico del agua,
no sacia la sed;
que no hay belleza real,
sin amor y sin verdad.
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