Un universo de recuerdos afloran,
en mis adentros, cuando pienso en ella.
Si tiro del hilo del ovillo de su vida,
aparecen múltiples colores,
que muestran la riqueza de su personalidad.
Agraciada de figura,
con una gran sensibilidad,
para captar la vida.
Su inteligencia natural la hacía precisa
en la convivencia de un hogar numeroso.
Siempre tenía la palabra oportuna,
con su sencillez se ganaba
el reconocimiento y el respeto
de cuantos frecuentaban el hogar,
en el que era un puntal importante.
Ella pensaba que estando unidos
éramos fuertes como una amarra
que sujeta la barca al puerto.
Ese fue su destino.
Pareciera, que para ello hubiera nacido.
Hacer una a la familia y
soportar cualquier adversidad
para que cada uno siguiera su camino
El día que la sepultamos,
el cielo era un manantial de luz azul,
que se derramaba en silencio,
sobre nuestro silencio.
Nos dejaba en herencia el amor
por la belleza y el ejemplo de la entrega,
sin necesidad de que fuese demandada.
Con ella enterramos un mundo
de verdades ocultas,
hilvanadas por su amor de mujer recia y cabal.
El canto de los gorriones y el arrullo de las tórtolas,
arropaban nuestro dolor y
nos acompañó hasta la salida del campo santo
Para compartir esta historia, elija cualquier plataforma
Deje su comentario
Usted debe estar identificado para comentar