Están de pie.
Parecen ajenos al mundo.

Sólo la palabra
como expresión
de la verdad
que les habita.

-Territorio conquistado
tras largas sobremesas compartidas-.

El amor
les ha capacitado
para ver
la palabra
nacida del amor,
para contemplar
el amor en la palabra
nacida para amar.

Están de pie.
Una lluvia de luz invisible
les empapa el alma.

Como de
un surtidor escondido
las palabras fluyen mansas,
derramándose apacibles,
avivando el corazón,
despertando el sentir primigenio
del deseo más querido.

Por momentos, los ojos hablan:
Remansos del alma.
Negros
como la noche negra,
iluminados
desde dentro,
son un canto
de la sagrada belleza
que habita sus corazones.

Con la levedad
de un reflejo de lágrima,
afloran por ellos,
la verdad más guardada,
el amor más querido,
la esperanza más cierta.

Están de pie.
Ajenos al mundo.
Un aliento,
de vida imperecedera,
les envuelve.