Maestro en vida,
sobrevenida del silencio,
del deseo de ser,
sin otra cosa
que lo que Dios ha pensado.

En él se atisba
la suavidad de la llama,
la levedad del silencio,
el sentir de lo sencillo,
el correr de la vida ,
contrapunteada y extrema.

Flujo y reflujo,
de un desmedido amor,
que le hace ser vidente
del más allá de las cosas,
del más impredecible acá.

Amor desmedido,
al que teme y al que ama,
del que espera y desespera,
cara y cruz de su existencia.

Corazón inacabado.

Los cuatro puntos cardinales
se abrazan en sus adentros,
palacio de cristal incólume,
en donde las noches,
de tormenta,
devienen en alboradas,
y los flagelos de los truenos
en rumor de olas marinas.

Guerrea la paz y
sobrevuela el campo de batalla

¿Desconocido para sí mismo?.
Remanso de luz y sombras.
Sobrado de todo
necesitado del Todo
Pleno por instantes,
vacío siempre,
espera, el día,
de saber el significado
de sus silencios.