Avizora la roca transparente
de tus sueños.
Otea la vida retenida,
fluyente represada,
que escapa por las grietas
del deseo.
Advierte como tu ser,
en ese mundo desguazado,
-incardinado en las sombras
de una ayer inexistente-,
se asoma y descubre la presencia
de un amor
que abarca los cielos y la tierra.
Percibe, desvanecidos los sueños,
el fuego que despierta en tu vida,
la quietud en movimiento,
en la que la gracia te cobija.
Atisba la brisa de tu verdad primera,
hilos de luz que atraviesan tu piel
e inunda el alma,
lustrando hasta la última célula de tu cuerpo.
No necesitas nada más que mirarte,
en el espejo de ti mismo,
para descubrir la transparencia de la roca,
la suavidad del fuego, a alegría silenciosa,
la mirada incandescente,
el horizonte de amor, de Quien te habita.
Los sueños, no dejan de ser otra cosa
que sombras de hielo,
fruto de la noche de otros tiempos,
sin más vida que la del recuerdo.
Deje su comentario
Usted debe estar identificado para comentar