Es cierto que en toda decisión
que tomamos, nuestro carácter
juega un papel importante.
Hay momentos
en el que la realidad se simplifica,
y no nos deja opción para distinguir
lo que más nos conviene,
porque todo viene condicionado
por nuestro pasado,
que no podemos modificar.
No es posible retornar,
porque, una vez que pasa,
todo queda clausurado.
La vida fluye continuamente
como el agua de un río,
unas veces impetuosa,
otras remansada en amplios meandros,
arrastrando todo aquello
que encuentra a su paso.
Mi experiencia es grata,
porque he vivido y vivo
en un flujo constante,
sin perder mi propia realidad.
Unidad en la diversidad,
juego de contrarios es mi vida,
elección de sendas concretas
dentro de la gran vereda por la que camino.
Persevero feliz en el goce fugaz del devenir,
canalizando la vida llena de alegría y valor,
como agua fresca que destella a la luz del sol
en un mundo de inercia, y preocupaciones.
Acostumbrado a caminar,
en cualquier encrucijada
no me entretengo en la duda,
elijo el camino que me ofrece
más posibilidades,
aunque conlleve riesgos.
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