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Una espina de luz y noche

tiene a mi corazón herido.

Vuestro amor me dio alas de gaviota

para sobrevolar los arrecifes

de esta vida complicada.

Después de caminar

un largo trecho de mi vida,

el sueño de volar sigue despierto.

En el mar de fondo de mis días,

las subidas y bajadas de las mareas,

en el aconteceres vividos, no me perturban

Ahora, el sol se derrama

sobre la enrojecida línea del horizonte,

los vencejos planean en el aire

sin dejar de chillar.

Sigo con la vista la línea,

en la que los álamos del camino

se alejan sin moverse.

Sueño con campos dorados

de trigo, moteado de rojas amapolas.

Esta noche veré las estrellas

colgadas del cielo negro.

Echo en falta los ojos

de quien las contemplaran conmigo

en las noches de primavera

desde la terraza de la Huerta.

El azabache es menos negro

que el color de sus ojos.