No es difícil encontrarse
con personas que se asemejan
a un huevo vacío,
mero cascarón
porque le han extraído
la albúmina y la yema.

Flotan bien en los ambientes
más dispares y
los mueve el viento,
venga de donde venga.

Sus relaciones con los demás
son superficiales, por lo que
hace buenas migas,
con cualquiera.

No tienen reservas
ni respeto por la privacidad,
cortos de inteligencia,
su decir es como la vaina
de una leguminosa sin fruto.

Tratan de complacer a todos y
su presencia en el mundo
es como la espuma de la cerveza.

El gusto que sienten por sí mismos
les cierra el camino
a una relación seria y profunda.