Hoy, a punta de mañana,
han venido a verme dos amigas,
de Ciudad Real.
La amistad viene de lejos.
No le he dicho nada a Carmen,
así se llama una de ella,
por si le causaba tristeza;
pero me recordaba a Julián,
su marido, fallecido hace tiempo.
He estado en casa para recoger
unos libros y he dado con un sobre,
donde guardo múltiples fotografías.
En una de ellas aparece mi madre,
antes de casarse y, sin pasión de hijo,
debo decir que era un bellezón de mujer.
También algunas mías de cuando era niño.
Una de ellas, hecha en el colegio de D. Cristobal,
maestro en todos los sentidos,
amante de la responsabilidad y el trabajo.
Si le hacíamos alguna trastada,
ya sabíamos el castigo:
Ir a la escuela, a estudiar,
fuera del horario de clase y
la consiguiente notificación
a nuestros padres, de lo sucedido.
Esta tarde, me ha invadido
una especie de nostalgia,
que acrecienta en mí
el deseo de recorrer
aquellos paisajes de mi infancia,
que fuera descubriendo
acompañado por mi padre.
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