Después de que comenzar a razonar
he tenido la percepción
de una dualidad interior,
como si en, mí hubiera dos almas,
que trato de fundir y que no consigo,
siguiendo la herida abierta.

Ambas me desgarran y dividen.

Una mira hacia afuera y quiere ser útil,
la otra mira a su centro
y se pierde entre sombras.

Una trata de de expresar quien y como soy
y no encuentra las palabras precisas;
se siente insatisfecha y huye hacia adelante,
la otra calla, en mis adentros,
y aguarda el momento en el que se desvele
el misterio que me embarga.

A veces, una y otra,
gran paradoja del ser humano,
callan para no entorpecer
la relación con los demás y
el mundo de las cosas.

Pero la pregunta sigue en pie.
Inspirar, expirar, respirar
me liberan y empujan a seguir adelante,
sin pretender desvelar el misterio
de todo ser humano:
Alguien indivisible, no determinado,
llamado a elegir desde su libertad innata.

Una planta y un animal irracional
tienen señalado su camino.
La persona está llamada a elegir que quiere ser.