Cuanto más intento hacer algo,
que creo posible y conveniente,
mayor es la resistencia,
que se crea en el parecer
de alguna persona concreta,
desestabilizando mi ánimo
y perdiendo la armonía habitual,
que mantengo con el universo de las cosas.
Parece que el entendimiento
y la flexibilidad que tiene
con todo lo demás, no existiera para mí.
Hago mía la actitud del Tao:
“dejar pasar”,
porque la fuerza
llama a la fuerza, y la resistencia
engendra rechazo.
Pero, ¿hasta cuándo no perderé la paciencia?
El cántaro, por ir mucho a la fuente,
termina por romperse.
Hasta que cierre los ojos, a esta vida,
lo posible estará presente, en mí,
como algo a realizar.
Cómo me gustaría ser una piedra,
sin voluntad, ni libertad de elegir
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