Un prudente desapego y
alejamiento de las circunstancias
llevan al contacto y a la relación
con lo real sin haber hipotecado
la libertad por intereses previos.

La paradoja se da
cuando el alejamiento
nos lleva al contacto con la realidad
en todas sus formas escondidas.

He aquí la paradoja:
El desapego,
la superación de la subjetividad,
conduce al contacto objetivo
con lo real,
no dejando a la imaginación
el campo abierto para que actúe.

Deberíamos saber,
que cuando nos atrapa
un pensamiento compulsivo,
la realidad se oscurece,
para nosotros,
y perdemos la capacidad
de sentir en comunión,
con todo lo que existe.

Pensar sin objetividad,
fragmenta la realidad
y le arranca la vida.

Una visión fragmentada de lo sucedido
es origen de acciones no inteligentes
y lleva a acciones destructivas.