Movimiento y quietud,
tiempo de eternidad mana de sus ojos,
que miran silenciosos como atardece.

Un sentir, como de lava
incandescente,
ha calcinado el desamor
de sus hermanos

En la plazuela del pueblo,
donde jugara en su infancia,
una luz de alborada
despierta en él deseos de volar,
hasta donde la luz roza los cielos,
haciendo de la vida paso,
eco remansado y silencioso.

Un viento originado,
más allá de los aconteceres,
le lleva al presente sin ocaso,
donde su Amante le aguarda.

“Llama de amor”
Cantará, como alondra mañanera;
“Hermosura que excedéis
a todas las hermosuras”,
escribirá su amiga Teresa.

El Gran Amante,
como él le nombra,
susurra en su más profundo centro:
“Amigo, buscarte has en Mí
y a Mí buscarme has en ti”.

Y aunque es de noche,
un hálito de vida,
recorrerá su frágil cuerpo,
mientras escucha,
como un susurro callado,
en sus adentros:

“Gocemonos Amado y
vámonos a ver en tu hermosura,
al monte y al collado,
do mana el agua pura,
entremos más adentro en la espesura”.