Sentado, en un banco del jardín,
observa como cae la tarde.

Las semillas de luz
que sembrara,
en su corazón, antaño,
despiertan ahora,
en el otoño de su vida,
como flores sin forma,
de las que hubieran huido
los colores y
olvidado el aroma.

Tarde de nadas y
de silencios profundos.

Entre los geranios,
una mariposa danza,
buscando un lugar
para el descanso.

El agua de los caños,
de la alberca,
sigue emitiendo
su música monótona.
Los plataneros se agitan.

Como a impulsos,
de viento racheado,
su memoria
actualiza los tiempos
amortizados,
en el hacer y en el amar,
amalgamados,
en su historia,
de soledad y sombras,
de movimiento y quietud.

Abierto, el portillo
de los sueños,
percibe el vacío
que dejaron…

Si acaso
un eco blanco
delata su existencia.

No hay razón para el reposo.
El descanso es la muerte.
Un impulso más y su vida cumplida
será abrazada por la Vida.