Solo en la tarde,
ante un icono de San Juan de la Cruz,
la memoria me lleva a Úbeda,
a la casa donde Juan de la Cruz
voló hasta esa altura que buscara,
donde le esperaba su Amor.
Precisamente anoche leía
en “Sus Dichos de Amor y Luz”
y así lo escribía en mi estado:
“El que la ocasión pierde,
es como el que soltó el ave de la mano,
que no la volverá a cobrar”.
Sobrevuelo el tiempo,
y mi pensamiento me lleva hasta Andujar,
donde estuviera, con mi amigo Alberto,
a visitar los lugares en los que viviera
santo y maestro, sus últimos días,
llevado por la Providencia
a “curar de unas calenturillas”
En Úbeda alcanzó y fue alcanzado
por el Amor de todo amor.
Él mismo canta en su Copla a lo divino:
“Tras de un amoroso lance,
y no de esperanza falto,
volé tan alto,
que le di a la caza alcance.
Para terminar diciendo:
“Por una extraña manera
mil vuelos pasé de un vuelo,
porque esperanza de cielo
tanto alcanza cuanto espera;
esperé solo este lance,
y en esperar no fui falto,
pues fui tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance
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