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En el jardín cerrado
en tu heredad dichosa
tu sombra descansó
sobre mi alma.
Tu presencia despertó
el sueño que acompaña
mis vigilias.
Cuando alargué la mano
para coger la tuya
te guardaste de mí.
Tu aliento hirió  mi corazón.
Sin aliento quedé.
Los colores huyeron de la luz.
Olvidando donde estaba
“salí tras ti clamando y eras ido”.
Perdido me encontré
y todavía me encuentro.
Ausencia esencial
es el estado de mi alma.
No hay palabras
que describan
esta pérdida de esencia.
Pérdida de amor.
Ausencia del Amante.
Gemido generado
en las entrañas.
Dolor de fuego
que abrasa el tuétano.
De la urdimbre
de mi ser
escapa un grito.
Mi alma consumida y
liberada exclama:
¡ y eras ido!
Y un eco de amanecer
anuncia:
¡está escondido!