De la primera carta de san Juan

Queridos hermanos:

Os anunciamos el mensaje que hemos oído a Jesucristo: Dios es luz sin tiniebla alguna. Si decimos que estamos unidos a él, mientras vivimos en las tinieblas, mentimos con palabras y obras. Pero, si vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia los pecados.

Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y no poseemos su palabra.

Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por os nuestros, sino también por los del mundo entero. (1, 5-2, 2)

 

RESPUESTA A LA PALABRA

Estar unidos unos con otros
es el sueño posible
para los que viven en la verdad.

El anuncio de Juan llega hasta nosotros
como cuña en medio del desánimo:
Dios es luz sin tiniebla alguna…

Si vivimos en la luz
-si vivimos en Dios-,
entonces estamos unidos unos con otros
y la sangre de Jesús, el Cristo,
nos limpia toda sombra de pecado.

Vivir en la luz es vivir en la verdad.
Todo lo que no venga de la verdad
está contaminado
por el príncipe de la mentira,
es semilla de destrucción
y lleva a la muerte.