Del evangelio de san Lucas 21, 12-19

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.»

RESPUESTA A LA PALABRA

El anuncio de Jesús no ha dejado
de cumplirse a lo largo de la historia y
en todos los lugares de la tierra.

Parece mentira que Dios moleste tanto
a algunos hombres que, además,
no creen en su existencia.

En realidad san Juan,
ya en el prólogo de su evangelio,
habla del rechazo de Dios, diciendo:
“Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron”.

No es nada fácil saber la razón
de esta animadversión,
cuando lo lógico sería,
que no se implicaran en aquello
que piensan que carece de realidad.
Sin embargo para estos ateos,
o mejor anti-teístas,
todo lo que pueda recordarles a Dios
debe ser eliminado, y
no le reconocen su derecho a la existencia.

Un señor me decía, no hace mucho,
que no los podía entender,
porque a él, que no le gusta el fútbol
no se le ocurre insultar
a los futbolistas y a sus seguidores,
ni pide que cierren los campos
donde juegan sus partidos,
y si va a un bar
donde tienen en la pared
un escudo y el póster
con los titulares del equipo,
no exige que los quiten,
o de lo contrario piensa que están cometiendo
un atentado contra su libertad.

Como hombre sensato que es,
terminaba diciendo:
Ni me estorba el fútbol como tal,
ni me sobran los campos de fútbol,
y menos aún me molestan los seguidores de él.
No he ido nunca a ver un partido,
ni creo que vaya a ir, eso es todo.

El argumento es impecable
desde mi punto de vista,
pero con la fe pasa algo
que con el fútbol no pasa.

La fe cristiana afecta al núcleo vital del hombre,
de modo que el creyente en Jesucristo
fundamenta su vida en unos valores trascendentes.
No tiene otros dioses más que Él
y no dobla rodilla ante nada ni ante nadie,
de manera que, sin pretenderlo,
puede resultar incómodo
a quienes viven dependiendo de una ideología,
o de unos valores puramente materialistas
que les condicionan.

Lo cierto y verdad es que el “anticlericalismo”
es un virus extendido a lo largo y a lo ancho de la tierra.
No ha habido siglo en el que no haya estado presente,
y no es nada fácil poderse curar de él,
llegando a ser irracional
cuando se torna “fundamentalista”.

¿Puede alguien pensar que un grupo de mujeres
que viven en un monasterio,
pueda ser un peligro para alguien?
¿Puede una cruz o una imagen de la Virgen María
molestar la sensibilidad de alguien,
si sabe realmente algo de sus vidas?.

Pues bien, visto lo visto,
tendremos que aceptar la realidad
de que si a Jesús quisieron hacerle desaparecer,
también pretendan hacer lo mismo
con sus seguidores.