Del evangelio de san Lucas 7,31-35

En aquel tiempo, dijo el Señor: -« ¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién los compararemos? Se parecen a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros: “Tocarnos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis.” Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis que tenla un demonio; viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: “Mirad qué comilón y qué borracho, amigo de publicanos y pecadores.” Sin embargo, los discípulos de la sabiduría le han dado la razón. »

RESPUESTA A LA PALABRA

Los hombres de una generación
no distan mucho de ser iguales a los de otras,
sobre todo cuando la libertad individual
queda reprimida por el relativismo cultural impuesto.

La opinión pública,
los medios de comunicación,
la ideología reinante, condicionan a la persona
haciendo de ella altavoz de lo “políticamente correcto”.

La opinión pública  trata de crear “normas”
de actuación y de pensamiento,
de modo que quienes no se sumen a ellas
ya se pueden considerar “anormales”.

No nos puede extrañar que la generación de Jesús y Juan
los tuvieran por anormales
porque su hacer y decir no estaban en consonancia
con las formas aceptadas por la mayoría.
Juan les resulta excesivamente austero,
Jesús escandaloso,
porque no discrimina en función del criterio de la mayoría.

¿No ha seguido ocurriendo así a lo largo de los siglos?
¿No sucede también en nuestros días?.

Los cristianos seremos “anormales” a la luz de los criterios mundanos
Mientras nuestra “norma de vida ” sea Jesús, nuestro Señor