De Jeremías 33, 14-16

¿Cuándo Señor
el fruto de tu presencia
se convertirá en luz
en medio de la oscuridad
que reina en nuestros días? 

¿Cuándo la luz para ver
en los entresijos
de una cultura de muerte
que pugna por enceguecer
la conciencia del hombre de hoy? 

El hombre
sobrevive en la verdad o
muere matando. 

Ven Señor a los inscritos
en el censo de tú Pueblo
y a los que todavía
caminamos en la diáspora
llámanos. 

Ven y lava la suciedad
que ensombrece el amor
que aún guarda nuestro corazón. 

Friega la sangre inocente
derramada en aras
de un progreso monstruoso
que devora al débil e
impide nacer
a quienes ya fueron
llamados a la vida. 

Sopla tu justicia y aventa
la inmoralidad hipócrita
que acepta el mal
en cualquiera
de sus expresiones. 

Ven Señor como fuego llameante
que ilumine abrase y purifique
la herrumbre de tanto
pensamiento desquiciado,
de tantas voluntades destrozadas. 

Cuando el sol nos abrasa y
el aguacero busca anegar
el ánimo de los que luchan  

sé para tus hijos sombra y refugio
hasta que tu gloria
sea reconocida por todos.